El psicoanálisis es una disciplina viva. Por más de un siglo, distintos pensadores y analistas continúan dialogando, cuestionando y reflexionando sobre las ideas freudianas, aportando sus propias perspectivas y experiencias. Los modelos de referencia epistemológicos evolucionan y se desarrollan distintos vértices de comprensión sobre la mente humana. Hoy, las teorías psicodinámicas conforman un vasto universo que enriquece las posibilidades de intervención clínica. Las contribuciones psicoanalíticas son un punto de interés para cualquier profesional dedicado al campo de la salud mental.
Uno de los aspectos fundamentales que el psicoanálisis contemporáneo aporta es la posibilidad de discriminar de manera refinada los aspectos patológicos y saludables del psiquismo. En el trabajo clínico, es necesario que el psicoterapeuta tenga la capacidad de observar y valorar los movimientos hacia el progreso o retroceso que el paciente presenta en cada sesión; no sólo se trata de ver cambios a mediano o largo plazo, sino de convertir el vínculo psicoterapéutico en un espacio de investigación meticulosa donde, minuto a minuto, sesión a sesión, se dé cuenta del dinamismo de la mente, en tanto que allí se despliegan las fuerzas que tienden hacia el desarrollo o el conflicto.
También, es importante contar con una clara concepción de progreso y salud mental. El psicoanálisis contemporáneo aborda temas que enriquecen la visión de las amplias gamas de funcionamiento mental: desde el abordaje de patologías no neuróticas y pacientes graves, que en los albores del movimiento psicoanalítico se pensaban inaccesibles al método, hasta nociones claras y puntuales que permiten comprender aquello presente en el desarrollo psicológico.
Por un lado, en la actualidad psicoanalítica se investiga y con mayor profundidad las áreas y organizaciones no neuróticas, donde los aspectos simbólicos deficitarios y las fallas en la estructuración subjetiva son centrales. Pero también, paradójicamente, este estudio conlleva propuestas que resultan sumamente útiles para entender con mayor nitidez la evolución de la mente. Así, por ejemplo, la investigación de Wilfred Bion sobre la psicosis y los grupos de supuesto básico condujo al desarrollo de su teoría sobre el pensamiento; en ella, la digestión de la verdad sobre sí mismo se convierte en un referente para comprender el progreso mental. A su vez, cuando se cuenta con un modelo de salud mental, resulta más sencillo observar la patología y las desviaciones o detenciones que suceden frente a éste.
Para el psicoanálisis, el desarrollo normal es un campo complejo, que necesita diferenciarse de los criterios de adaptación familiares o culturales. Lo que se pone en el centro de la observación es el crecimiento de la mente en sí. Para varios autores, los criterios estadísticos o normativos para definir la salud mental implican una postura fraudulenta, porque están muy lejos de poder dar cuenta de la responsabilidad psíquica personal y de la ética del mundo interno.
En el taller se abordarán varios de los ejes específicos que conforman el movimiento hacia el desarrollo y mostraremos cómo éste se sustenta en el vínculo analítico. Hablaremos de la diferencia fundamental que existe entre aprender de la experiencia versus aprender acerca de la experiencia. En el tratamiento analítico, la identificación con el método de exploración y las funciones de pensamiento del analista constituye, en gran medida, la base para el desarrollo gradual de la capacidad auto-analítica; es ahí donde la comprensión se transforma en una estructura de la personalidad (Meltzer, Vida onírica, p. 51).
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